
Una verdadera marca es el reflejo fiel del empeño de una organización por ofrecer al mercado algo que ama y que sabe hacer de una forma especial y distintiva». Juan Aís
A la ya famosa máxima “Si su empresa no comunica, no existe” hemos de añadir hoy “si no está en tendencia, está en declive” 0 “si no tiene presencia en Internet, no llegarán clientes nuevos”, etc…
El diseño, la publicidad y la comunicación se adaptan al ritmo vertiginoso de la globalización y la revolución tecnológica.
Tomar conciencia de la importancia de contar con recursos realmente óptimos: nombre comercial e identidad visual impecables (lo que conocemos como logo, o marca visual), argumentos llamativos y coherentes, estilo gráfico diferenciador y seductor, entornos digitales intuitivos y funcionales, etc… se hace cada vez más urgente para las empresas que pretenden concurrir en un mercado de “alta competición” como el actual.
De una buena o mala imagen-comunicación depende cada vez más la diferencia entre la aceptación (o no) y el reconocimiento (o no) por parte de los ciudadanos-consumidores frente a la desbordante y variada oferta de productos y servicios.
No olvidemos que hoy día el mercado lo es de las representaciones. En términos de imagen, no importa demasiado cómo sea realmente y dónde esté ubicada nuestra empresa; lo importante a estos efectos es cómo se muestra y cómo responde al mundo, tanto ‘on’ como ‘offline’.
¿Es creíble?, ¿Es original, es auténtica… o quizá exclusiva? ¿Inspira algo positivo? … ¿Es posible que ciertos soportes de comunicación no estén a la altura o que entren en contradicción unos con otros?
Las mejores prácticas de Branding, aplicadas en los momentos cruciales en los que la marca pasa por algún tipo de cambio o evolución, permiten que una marca sea distintiva y evocadora, capaz de conseguir llegar a la percepción y a los sentimientos de los clientes potenciales de la forma más rápida y con el menor coste posible.