¿Cómo expresar tanta profundidad y complejidad? Es la pregunta que me hacía en Atocha, mientras esperaba el tren de regreso a Alicante tras mi entrevista con Víctor Ullate. Plena primavera de 2006, y el estreno, a la vuelta de la esquina.
Había estado asistiendo a uno de los ensayos de la coreografía, y charlando con Víctor en su despacho. ¿Cómo transmitir en un cartel la honda carga emocional y el mensaje crítico de una obra que el célebre bailarín y coreógrafo calificaba como su ‘testamento vital’? La complejidad argumental de SAMSARA, una pieza de danza que habla de guerras, atrocidades y de la capacidad de destrucción que tiene el hombre me llevó hacia la búsqueda de un lenguaje de síntesis, simple, trascendente y evocador, capaz de despertar al menos algo de la intensidad emocional y del mensaje universal y humanista que contiene la obra de Ullate.
Reproduzco aquí sus propias palabras, que aparecen publicadas en la web de la compañía:
La danza me sirve de nexo entre culturas dispares para aportar pinceladas de ritmo, belleza y crítica social a la situación de este conjunto de países que he visitado a lo largo de tantos años y cuyo recuerdo e influencia han marcado mi vida.
Una vez más, decido continuar el círculo de la vida y la muerte a través de la danza, mi forma de expresión. Más que darle un significado a Samsara, sencillamente he tratado de interpretar lo que sentí en momentos delicados y cruciales de mi vida, creyendo que todo se acababa, mi ser se dirigió a Oriente. Ahora, gracias a la profesionalidad de mis bailarines puedo expresar esto sobre un escenario y compartirlo con el público.”
Regresé al estudio. Y durante dos semanas frenéticas le presentamos a Víctor varias ideas, muy diferentes a nivel formal, pero que buscaban representar toda la hondura y complejidad que me había trasmitido. El resultado fue un cartel con dos lecturas. A cierta distancia podemos leer el título de la obra a través de una tipografía ‘extraña’, a la vez mecánica y orgánica, pero que en cualquier caso aparece como lo único real sobre un fondo indefinido. Cuando nos acercamos, nos encontramos en un ambiente inquietante, donde se puede haber producido cualquier atrocidad, y descubrimos que las letras son velas, símbolos de la trascendencia y la espiritualidad humanas.
Los recuerdos de aquél encargo, y de lo que sentía mientras trataba de dar cauce visual y gráfico al reto planteado, me han asaltado durante las últimas semanas, desde el atentado del 13 de Noviembre en París. Aunque Samsara es una oda a la vida y a la belleza, sin duda contiene también mucha de la amargura resultante de la violencia, el terror, la guerra, la injusticia y el sinsentido.
Tengo que agradecer a Javier García, entonces Director de Comunicación de la Fundación Víctor Ullate, la oportunidad que me brindó para poner a prueba mi versatilidad como grafista, y a Marc Vicens y Albert Ortiz, de Jovi Fotógrafos, por su implicación y profesionalidad a la hora de plasmar la idea a través de la fotografía.